Sabtu, 07 Maret 2015

Las homilías de la segunda semana cuaresmal 2015 (Homili Misa Harian Pekan II Prapaskah 2015)

Lunes, 2 de marzo de 2015
Lucas 6, 36-38

¡Sed misericordiosos!

¡Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso! Esta es la palabra más profunda para los que siguen a Jesús, para los discípulos de Jesús. Jesús nos manda imitar a nuestro Padre, a Dios, que acoge a todos; que hace brillar el sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. Dios no sólo hace brillar el sol y envía la lluvia a los cristianos, también a los terroristas o a los yihadistas. Esta es la misericordia de Dios que resulta imposible para los hombres.

Jesús nos pide tener esta misericordia en nuestro corazón. ¡Sed misericordioso como vuestro Padre es misericordioso! Él nos pide amar a todos los hombres, buenos y malos; amar a todos hermanos, a toda familia. A veces es difícil poner en práctica este mandamiento en la comunidad y en la familia. ¿Por qué? Porque todos los días vivimos juntos. Todos los días nos encontramos unos a otros: en esta capilla, en el comedor, en el pasillo, en la clase, etc. Conocemos muy bien a nuestros hermanos: su estilo de vida, su comida preferida, su manera de hablar, lo bueno y lo malo, etc. Por eso a veces no es fácil amar a todos los hermanos o a toda la familia.

El evangelio de hoy nos pregunta, ¿cómo es mi actitud con los demás, con mis hermanos? ¿Amo a todos o hago acepción de personas? La Cuaresma es un buen tiempo para cambiar nuestra manera de vivir.


Martes, 3 de marzo de 2015
Mateo 23, 1-12

No hacen lo que dicen 


El evangelio de hoy nos presenta la crítica de Jesús a los escribas y a los fariseos. ¿Cuál es? «Ellos no hacen lo que dicen». Los escribas y los fariseos ocupan la cátedra de Moisés y enseñan la Ley de Dios pero ellos mismos no observan lo que enseñan. En una palabra: incoherencia. Jesús, en cambio, hace lo que dice; hay una coherencia en su vida: predicar y curar, orar y trabajar, palabras y acciones.

La crítica de Jesús a los escribas y a los fariseos es una crítica para nosotros mismos también. La iglesia tiene un montón de documentos, encíclicas para enseñar a los hombres en todo el mundo; tiene muchas palabras, conocimientos y enseñanzas. No sé si funcionan bien o no. A veces la iglesia no hace lo que dice; los sacerdotes hacen lo que dicen; los religiosos, los cristianos no hacen lo que dicen.

En este tiempo cuaresmal, Jesús nos invita a convertirnos. ¡Convertíos y creed en el evangelio!” En su exhortación apostólica, Evangelii Nuntiandi, Pablo VI decía que los hombres de hoy no creen en la evangelización con las palabras, sino con el testimonio de la vida; el testimonio sin palabras es mucho más fuerte. ¡Pongamos en práctica poco a poco esta enseñanza: dar testimonio sin palabras! ¡Hagamos lo que decimos!
Miércoles, 4 de marzo de 2015
Mateo 20, 17-28

La propuesta de Jesús

Ayer escuchamos la crítica de Jesús a los escribas y a los fariseos. Hoy vamos a escuchar la crítica de Jesús a sus mismos discípulos. Estaban caminando hacia Jerusalén. Jesús les estaba enseñando sobre su pasión, crucifixión, sufrimiento, muerte y resurrección. Al mismo tiempo, sus discípulos le piden un puesto importante en su Reino. Los discípulos no sólo no entendieron la propuesta de Jesús, sino que estaban preocupados solamente en sus propios intereses. Querían una recompensa al seguimiento a Jesús.

La mentalidad de los discípulos existe en los cristianos de todos los tiempos; en los discípulos de ayer y de hoy. ¿Cuál en nuestra propuesta en el seguimiento de Jesús? ¿Qué recompensa queremos en el camino de la vida religiosa?

En el evangelio de hoy, Jesús nos cuenta su propuesta: “no he venido para ser servido, sino para servir”. Lo hizo todo esto hasta al final. Tomó el cáliz del sufrimiento y el bautismo de sangre. Después de todo esto, recibió su recompensa: la resurrección y el Reino de Dios. Todos somos discípulos de Jesús. En otra parte del Evangelio Jesús nos dice: el discípulo no es más que el maestro.


Jueves, 5 de marzo de 2015
Lucas 16, 19-31

La puerta cerrada

¡El evangelio de hoy es tan maravilloso¡ El rico celebraba todos los días espléndidas fiestas. El pobre, se llamaba Lázaro, estaba esperando todos los días en el portal del rico, con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Pero, la puerta del rico estaba cerrada. Al final, el pobre murió y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. El rico murió también y lo enterraron en el infierno.

El pobre, Lazaro, estaba esperando en la puerta del rico, no sólo para pedir ayuda, también para ayudar al rico a cambiar su vida. Los pobres nos ayudan a cambiar nuestra vida. Durante toda la vida, siempre hay oportunidades de hacer el bien, cambiar la manera de vivir y convertirse. Pero si uno se muere, ¡se acabó!; ya no hay oportunidad de conversión, como el rico en la parábola. Jesús es el pobre como Lázaro, que todos los días está esperando en la puerta de nuestro corazón.

  
Viernes, 6 de marzo de 2015
Mateo 21, 33-43.45-46

Fructificar

Una pequeña reflexión del evangelio de hoy. La viña en la parábola de hoy es la iglesia y todos somos labradores. Hemos recibido, en la persona de Jesús y en su mensaje, un regalo único que hemos de hacer fructificar. No nos podemos conformar con una vivencia individualista y cerrada a nuestra fe; hay que comunicarla y regalarla a cada persona que se nos acerca; nuestra familia y comunidad cristiana.

Además,  se trata de una comunidad cristiana abierta, es decir comunidad misionera. Por la fuerza del Cristo Resucitado, la comunidad es atractiva en todos sus gestos y actos, y cada uno de sus miembros goza de la capacidad de engendrar hombres y mujeres a la nueva vida del Resucitado. ¿Qué vamos a hacer? Esta es una pregunta abierta para cada uno de nosotros, los labradores en la viña del Señor.


Sábado, 7 de marzo de 2015
Lucas 15, 1-3.11-32

La gran Buena Nueva


El evangelio de hoy nos cuenta una parábola maravillosa. El Padre misericordioso no quiere perder a todos sus hijos. No quiere que el hijo menor sea su esclavo, quiere que sea su hijo. No quiere que el hijo mayor se pierda, quiere que sea su amado. Él acoge al hijo menor, pero tampoco quiere perder el hijo mayor. Los dos forman parte de la familia. El uno no puede excluir al otro.  Esta es la gran Buena Nueva que Jesús nos trae.

Todos somos hijos del Padre; puede ser el hermano menor o mayor. Nos podemos identificar a nosotros mismos. La verdad, el Padre misericordioso no quiere que cada uno de nosotros se pierda.




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